En el alféizar de la ventana, la paloma reposa absorta en sus pensamientos. Los cristales, herméticamente cerrados ante esta esplendorosa mañana primaveral, envían una señal inequívoca: el nuevo Mesías no debe nacer en el seno de una familia tan mojigata. En estos tiempos convulsos, el Salvador no puede estar sobreprotegido por sus padres. El Redentor precisa, además de un indiscutible sex appeal, de grandes dotes de vitalidad. Quizá, Europa no sea una buena elección. Quizá, desistieron demasiado pronto de Jerusalem, desilusionados porque los dos últimos enviados de Dios muriesen bombardeados. Sorprendida mirando hacia el fondo del pozo, la azorada paloma alzó el vuelo tan pronto salieron al patio los primeros jóvenes. ¡Milagro, milagro!, gritaban los chicos mientras corrían a informar al Padre.
El pozo
En el alféizar de la ventana, la paloma reposa absorta en sus pensamientos. Los cristales, herméticamente cerrados ante esta esplendorosa mañana primaveral, envían una señal inequívoca: el nuevo Mesías no debe nacer en el seno de una familia tan mojigata. En estos tiempos convulsos, el Salvador no puede estar sobreprotegido por sus padres. El Redentor precisa, además de un indiscutible sex appeal, de grandes dotes de vitalidad. Quizá, Europa no sea una buena elección. Quizá, desistieron demasiado pronto de Jerusalem, desilusionados porque los dos últimos enviados de Dios muriesen bombardeados. Sorprendida mirando hacia el fondo del pozo, la azorada paloma alzó el vuelo tan pronto salieron al patio los primeros jóvenes. ¡Milagro, milagro!, gritaban los chicos mientras corrían a informar al Padre.
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