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NOTICIAS TUNEADAS

Atando cabos


07 febrero 2008


En el diario El País han querido mostrar hoy sus habilidades en matemáticas. Hace algunas horas, Rajoy prometió que, en caso de ser elegido, durante su mandato se plantarían 500 millones de árboles. El redactor de la noticia dividió esta cifra entre el número de minutos de los cuatro años de legislatura. Y concluyó que debían sembrarse unos 237 árboles por minuto. Este difícil cálculo le sirvió para corregir el resultado de 1500 árboles por minuto, obtenido por el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, para burlarse de sus oponentes políticos.

Este único dato nos aporta desconfianza en la sagacidad de Rubalcaba para manejar las cifras. Sobre todo pensando en ejemplos hipotéticos, donde en lugar de árboles por minuto pudiera confundir cantidades de explosivos y acusar de conspiradores a un grupo de islamistas que acumulen material pirotécnico para usar durante los carnavales.

Debo confesar que las sagaces deducciones matemáticas no despertaron mi curiosidad, que se interesó más bien en averiguar quién plantaría todos esos árboles. Como buen investigador intenté ponerme bajo piel de Rajoy y pensar como él (o como uno de sus asesores, que para eso les pagan).

Esta nueva piel me resultó incómoda al comienzo, por estar algo más arrugada que mi epidermis tradicional, pero a los pocos minutos ya me sentía un ufano aspirante a líder, como Rajoy, que regresa de asombrar a toda una nación proponiendo novedosos contratos para los inmigrantes. A quienes se les permite escoger entre insertarse a la sociedad o hacer sus maletas. Me imaginaba explicándole a la Merkel, porque el Sarko no responde al teléfono desde que se casó con Carla Bruni, la forma magistral en que había resuelto el viejo problema de la inmigración en Europa.

Les aseguro que llegué a sentir lástima de mis asesores, que con largas caras de asombro, se alarmaban ante mis declaraciones. Argüían que mis palabras podrían incitar a los inmigrantes ilegales de toda Europa a colarse en España para conseguir los permisos que no les otorgaban en su países de residencia. Pasé de largo, sin ni siquiera dirigirles una mirada, y manteniendo mi altiva sonrisa. Me encerré en mi despacho y llamé a mi guía espiritual, Aznar. Este se encontraba retocando su jardín y al instante me respondió: "Hay que sembrar árboles. Así nos anotamos unos puntos en ecología. A ver si ya te quitamos la fama que ganastes con los hilitos del Prestige".

La propuesta me pareció interesante, pero tenía mis reservas. Así que como todo intelectual que se respete a sí mismo, quise hurgar más en el asunto: "Pero Aznar, si no tenemos guarda bosques suficientes para atajar los incendios, cómo podemos pensar en sembrar más árboles. ¿Quién los sembraría?". "Los inmigrantes que han perdido sus empleos en la construcción. Puedes relacionar esta propuesta con la solución al problema de la inmigración en Europa, que ayer descubrí para ti". Le agradecí su consejo y me encaminé a una nueva conferencia de prensa.

Pero basta de fantasear, que quizás a algunos de ustedes les interese más conocer el final de la historia de los árboles, o enterarse que Zapatero, con ese talante que lo distingue, propuso la modesta cantidad de 50 millones de plantas. Así que continuo comentándoles el artículo de marras.

A pesar de ya conocer la cifra de 237 árboles por minuto, los de "El País" no se arriesgaron a concluir si podían ser plantados o no. Pusieron en boca de unos misteriosos ecologistas que era posible el proyecto, aunque estos se apresuraron a añadir que no se confiaban de Rajoy. Los defino como misteriosos, porque el que escribe la noticia no presentó a los ecologistas. Yo supuse que en toda España habría tres o cuatro de esa especie, y culpé a mi ignorancia.

Por otra parte, me informé que el secretario general para el Territorio y la Biodiversidad del Ministerio de Medio Ambiente, Antonio Serrano, consideraba el proyecto como "difícilmente factible". Parece que su título es mucho más extenso que que su capacidad de cálculo porque con 237 personas, sembrando un árbol por minuto, no tendríamos mayores problemas en reforestar donde haga falta. Otra opción es que el redactor de la noticia no supiera transmitirnos las ideas del funcionario.

Para finalizar mi comentario, les hago notar que no se pueden sembrar árboles durante las 24 horas del día. Gastaríamos más recursos naturales manteniendo el alumbrado nocturno, que lo que aportaríamos al entorno repoblando el bosque. De modo que si al dividir, sólo incluimos en el cálculo las cuarenta horas laborables a la semana, obtenemos 1085 árboles por minuto. Este resultado se parece más al que presentó Rubalcaba que al que estimó el redactor. Lo comento sólo en este punto, porque no quiero frustrar la carrera de un becario de periodismo. Y como supongo que ningún lector descenderá tan profundo en este "divertido texto", salvo así mi honor y la suerte del principiante.





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