Comienza la jornada de reflexión

Volvemos a respirar el aire apacible de una jornada de reflexión. La mayoría de los habitantes de la ciudad se han marchado y no volverán hasta el lunes. El silencio es tan profundo que, a varios kilómetros de distancia del barrio de Lavapiés, se escucha la animada discusión que Mariano Rajoy y Carlos Marx mantienen en un célebre bar de tapas. Ambos defienden apasionadamente las mismas ideas, pero al no prestar atención a los argumentos del otro, el debate se repite en infinitos ciclos. Los habituales del bar le conceden cierta ventaja al gallego, por el tono de agresiva superioridad que emplea. En una mesa cercana, se burla de ambos, el líder del PP, José María Aznar, oculto tras varias botellas de vino vacías. En la radio, que se encarga de suministrar el ruido de fondo, los de la cadena Ser, explican la etimología de la palabra aznar, y sobre si es posible aplicarla a la cúpula de un partido. En la plaza, frente al bar, ZP pasea a la niña de Rajoy. Esta se entretiene en lanzar piedras a los inmigrantes, que circulan de prisa por la calle. De pronto, descubre una pareja de homosexuales descansando en un banco y corre a exorcizarlos con el sermón que le regaló su padrino, el padre Rouco. ZP, alarmado por la actuación de la niña, eleva las cejas sobre sus ojos a una altura de vértigo. Un policia lo detiene bajo sospechas de hacer campaña a favor del partido de la meditación. Se distinguen mujeres atareadas en los balcones, que protestan porque las felicitaciones, en el día de la mujer, se suman a su infinidad de tareas cotidianas. Gaspar Llamazares se aprovecha de haber alcanzado un estado de perfecta invisibilidad, para colocar propaganda de Izquierda Unida en las paredes. Los fantasmas del barrio curiosean a su alrededor, mientras le escuchan hablar sobre las ventajas del socialismo en el mundo de ultratumba. En la plaza, Jimenez Losantos juega a la petaca con los obispos. Les muestra, muy animado, sus pruebas sobre las actividades comunistas de Jesucristo. Ratzinger se persigna cuando le corresponde su oportunidad de jugar. Los únicos que se ven molestos son los empleados de la limpieza. Hoy deben recoger los restos de la campaña electoral. Mañana deberán ocuparse de lo votos.