No se puede confiar en los políticos. Nos descuidamos un poco y un día amaneceremos acorralados por leyes y regulaciones absurdas. Recientemente, al rojo de Rajoy se le ha colado en la cabeza la peregrina idea de hacerle un contrato a los inmigrantes. ¿A dónde vamos a llegar con tales locuras? ¿No basta con lo que ya le damos a esos infelices? Yo mismo, debí pensármelo mucho antes de aceptar una doméstica colombiana. Se aparecen a la puerta de tu casa sin referencias, sin pasado. Me dejé convencer porque me mostró un título de licenciada en economía por la Universidad Nacional de Colombia, y porque necesitaba sus servicios con premura, claro. Yo, siempre desconfiado, le pedí que sanee mis cuentas, cuando termine de hacer la limpieza en casa, y no me ha ido nada bien. Me atormenta con gráficos, de líneas mal dibujadas, sobre tendencias de acciones en bolsa, que parecen más electrocardiogramas que cualquier otra cosa. "Este Zapatero habrá enfermado la economía", pienso yo, pero no le comento nada porque lo más probable es que no me comprenda. Luego, estos seres son de naturaleza pesimista. Se queja por permanecer doce horas diarias trabajando en casa. Y yo le reprendo: "¿No te das cuenta que descasas medio día? Cuando yo era un chaval trabajaba de aprendiz, sin paga, y no me quejaba. Y tú te llevas todos los meses 600 euros a casa. A ver si en tu país puedes ganar tanto. Además, no te van a dar los papeles por estar de brazos cruzados". Pero no entra en razones. A los pocos días me la encuentro protestando otra vez. Y es que son muy grandes las diferencias culturales. El ejemplo más ilustrativo es el fontanero, graduado de física por la Universidad de Sofía. Viene a desatascar las tuberías de la cocina y trata de explicarme la ley de un tal Arquímides. Debe ser un político búlgaro, porque aquí no conozco a nadie con ese nombre. Hay que tener mucho cuidado con estos inmigrantes, que se aprovechan de nuestros euros, y luego no quieren marcharse. Debemos exigirle a los políticos que tengan un poco más de güevos. Y yo sí pongo los puntos sobre las úes.
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