Supercrisis

El mundo volvía a estar en peligro. A sus setenta años Superman dejó el cómodo sillón de jubilado para enfrentarse otra vez al mal. Una invasión de hipotecas basura (valga la redundancia) quería acabar con la humanidad (con la humanidad al norte del planeta, porque al sur existían problemas mayores, pero esta zona no entra en la jurisdicción del superhéroe). Superman voló (el tráfico imposible, como siempre) hasta las oficinas centrales del banco Bebeuva. Con los restos de su descomunal fuerza y un par de tabletas de Viagra, que mejoraran su circulación, abrió la pesada puerta de la bóveda y tomó el dinero justo para satisfacer todas las deudas. Luego contrató el célebre servicio de mensajería instantánea de los Reyes Magos, el único capaz de repartir en una noche la guita entre los necesitados (al menos eso es lo que aseguraban los anuncios publicitarios). A la mañana siguiente los hipotecados no podían dar crédito a lo que les mostraban sus ojos. Se apresuraron a contarle del hallazgo a todo el vecindario. Al mediodía ya habían gastado el regalo nocturno en viajes de turismo, coches de lujo, e inversiones en sellos. Los del Bebeuva se enteraron sólo el día posterior, cuando leyeron en los diarios gratuitos, camino al trabajo, las informaciones copiadas de los medios tradicionales que, a su vez, las habían tomado sigilosamente de los blogs. Los titulares decían que millones de personas se marchaban de la ciudad en un inesperado "puente vacacional", a mitad de semana. Los sagaces analistas del Bebeuva sospecharon que algo andaba mal porque el número de prestamos rápidos no se había incrementado en proporción a la cantidad de viajeros. Entonces descubrieron que una parte insignificante de su capital había sido substraída. Con un par de llamadas despidieron a la mitad de la plantilla, para paliar cualquier posible crisis, y luego avisaron a la policía. Clark Kent fue detenido en menos de 24 horas. Los agentes encontraron en su apartamento, en Metrópolis, una serie completa de billetes nuevos de 500 euros, que aún no habían entrado en circulación, y abundante documentación que lo hacía el máximo responsable de la corrupción urbanística en Marbella. Esa tarde, durante la inauguración de las modernas celdas penitenciarias de Kryptonita, donadas por el Bebeuva, el presidente del gobierno rehusó comentar los hechos, por considerar que sería prematuro hablar sobre una investigación en su fase preliminar.