Seno sentido

Las tetas me hablan, desde hace muchos años. No todas, por supuesto, las más retraídas no pueden vencer su natural timidez. Pero las tetas extrovertidas aprovechan los lugares más insospechados para intentar seducirme

-Acércate guapo -me pidió hoy en el ayuntamiento un voluminoso pecho asomado al pronunciado escote de una dama-, ¿necesitas ayuda?.

Quedé perplejo la primera vez que ocurrió. Agucé los sentidos para comprobar si se trataba de una ilusión, y las volubles tetas comenzaron a reír ante la expresión evidente de mi asombro.

-¿Qué pasa? -preguntó una voz enfadada desde lo alto del cuello. Mi mirada ascendió lentamente hasta los ojos de la mujer, mientras mi cerebro aprovechaba la demora intencionada para improvisar una disculpa. Aunque sólo pude balbucear algunos monosílabos, incriminantes más que convincentes.

Desde esa primera ocasión descarté que se tratara de alucinaciones porque el seno de una mujer posee un tono de voz idéntico al que produce las cuerdas vocales: es imposible adivinar cómo habla una persona sin escuchar antes su voz. Aunque hay excepciones, como la distorsión del sonido que provoca el exceso de silicona.

Tardé bastante en responder al llamado de un par de tetas y tomé mis precauciones cuando dispuse del valor suficiente para hacerlo: aproveché la alta densidad de personas que se concentra en el metro para intentar pasar desapercibido y hablé evitando mirar directamente al pecho para que no me tomarán por un perturbado. Un comentario banal de las distinguidas mamas de una señora con aspecto de cantante de ópera me insufló la confianza necesaria para comunicarme

- ¡Qué calor! -dijeron las dos tetas a coro.

- El aire fresco no abunda aquí debajo -respondí casi mirando hacia la dirección opuesta.

- Este es un lugar más apropiado para experimentar el aliento de desconocidos -sentenció meloso un señor de largas y cuidadas pestañas, a quién había dirigido casualmente la vista cuando pretendía escapar de los posibles reproches de la dueña de las tetas. Y cuanta fue mi sorpresa al escuchar reír a la señora, a la par que su seno, ante la respuesta de mi aparente interpelado.

Pero esas primeras experiencias ocurrieron hace bastante tiempo. Actualmente soy capaz de entablar una conversación con una mujer y sus tetas sin desatender a ninguna de las interlocutoras, dirigiendo la vista ora arriba ora abajo, con perfecta naturalidad. Como acostumbran a disputarse la palabra, debo responder a preguntas dispares, en la misma frase, sin que alguna parte note preferencia por otra

- Libérate de las amarras que te atan. Tu juventud te permite sostenerte a ti misma.

Debo confesar, eso sí, que me abrumaron aquellas primeras experiencias. Durante mucho tiempo temí confesar que las tetas me hablaban, y ser catalogado como enfermo. Dediqué semanas enteras a procurar en Internet respuesta a las tormentosas dudas que no me permitían conciliar el sueño. Hasta que encontré el sitio tetasparlantes.com, donde se reune una extensa comunidad de escuchadores de tetas, como yo. Sus experiencias y recomendaciones me permitieron afrontar con sosiego este don que he recibido: porque desde entonces encontré una cualidad donde pensaba que se agazapaba un defecto.

Más tarde, descubrí una pléyade de sitios dedicados a esta temática, como seno sentido, palabras desde el corazón o doble risa. Algunos con contenidos generales y otros más especializados. Mi página preferida es anecdoteta.com porque colecciona disímiles historias reales: como el relato de los policías que hallaron las pistas claves de un caso gracias a las tetas de una testigo que se negaba a colaborar; o las vivencias de enamorados que llegaron al corazón de su su amada recorriendo el camino marcado por sus senos; o la compleja trama psicológica de dos pechos que recelaban el uno del otro y nunca se ponían de acuerdo para desconcierto de quien les hablaba; y por supuesto, me he enterado de las intimidades de mamas célebres y de las mamas (en ocasiones desconocidas) de las celebridades.

Dos razones me han animado hoy a revelar mis experiencias como escuchador de tetas. En primer lugar, reconfortar a los lectores de este blog que sufren en silencio las penas que antes yo padecí. Pero mi motivación principal es agradecer a las millones de tetas anónimas, que durante los últimos años me han alentado en los momentos difíciles con sus frases picantes y su risa contagiosa, o que simplemente han tenido la delicadeza de unas palabras amables a mi paso.