La mirada lasciva del armario pretende desnudar a la chica frente al espejo. Asecha el momento justo para abalanzarse sobre ella. El brillo de las lunas de cristal refleja una intensa premeditación. Impaciente, ensancha la abertura de sus cajones para acaparar todo el aire a su alrededor, y entorna las puertas por sorpresa intentando rozar la tersa piel de la moza. Su actitud rezuma una depravación innecesaria, porque el armario sabe que la joven se desvestirá con parsimonia frente al espejo, conoce de memoria su cuerpo desnudo. Cada noche espera con idénticas ansias. Sobreactúa su excitación como una forma de reafirmar la virilidad; costumbre que se impuso meses atrás, cuando convivía en el almacén con roperos y aparadores homosexuales, en su mayoría, que se burlaban constantemente de su despampanante heterosexualidad. Míralo, le decían, quién ha visto a un macho de verdad con esas puertas bruñidas y esas flores tatuadas en el pecho.
El timbre de la puerta se impuso sobre el silencio que dominaba la casa. ¿Quién será a estas horas?, se extrañó el armario. La chica cubrió su cuerpo ante el rostro abatido del mueble. Habían vivido solos durante los dos últimos meses, los más felices de su vida. A través de la puerta entreabierta del cuarto, el armario pudo descubrir que se trataba de un hombre joven, atlético, vestido con sobriedad. Alguna pena muy grande parecía esconder en el corazón. Tal vez sea una treta para colarse en su cama, desconfió el armario. Sus voces no llegaban a la habitación. Se abrazaron al cabo de media hora de intensa plática. El armario distinguió una lágrima sobre la mejilla del hombre. Los muchachos se levantaron de sus asientos y desaparecieron de su vista. El armario giró la puerta para intentar atrapar una imagen con el espejo derecho. De pronto aparecieron en el cuarto y casi le sorprenden despatarrado. Su corazón se sobrecogió por un instante al verlos entrar, para luego desinflarse desilusionado al escucharles: era gay, el joven era gay, y le contaba a la chica una historia de celos por un hombre que se interesaba por ella, ¡qué fastidio!, molestar a alguien que usualmente duerme a estas horas para contarle aquella sarta de estupideces, se lamentaba el armario, desconsolado al ver que ahora reían con la perorata del chico. Tres veces arrojó al suelo la chaqueta del recién llegado intentando mostrar lo inoportuno de su visita, pero el mozo no se daba por aludido. Ahora hablaba la joven con las piernas cruzadas sobre la cama, añadía los más fantásticos desenlaces a historias hipotéticas que inventaba sobre la marcha. Bajó la mirada sonriendo y al abrir los ojos nuevamente confesó su homosexualidad con desenfado, casi con desparpajo. El corazón de madera del armario se contrajo violentamente. No pudo evitar que la ropa saliera despedida de su estómago en un vómito espasmódico.
Nota: Este relato es parte de la serie La vida de las cosas, donde puedes encontrar las más variopintas propuestas, a degustar este sábado de juerga literaria.
17 opiniones inteligentes:
Un relato perfecto. El armario-mueble, ya ves que no puede comunicarse con ella ni intervenir, pero tiene sus sentimientos. La vida de las cosas...
Enhorabuena por tu relato. Y gracias por sumarte a la iniciativa.
Un abrazo
Merce.
Ay, pobre armario... también tenía su corazoncito, y sus instintos. Me gustó mucho y me preocupó un poco. En unas horas colocaré mi post... y también tiene un espejo de por medio.
felicidades, qué bonita prosa
Muchas gracias, Mercedes y Nancy, por sus agradables comentarios. Acaba de comenzar mi sábado on-line. Así que pasaré ahora por el resto de los blogs que se sumaron a este sábado literario.
Quien pudiera ser armario con puertas de espejo para emarcar la desnudez de nuestro ser querido. Sin duda, un texto que da envidia, envida por muchas cosas.
Un saludo
He seguido con angustia la historia de este armario, y he vivido con él la desilusión final. ¿Quién dice que las cosas no tienen corazón?
Enhorabuena por el cuento y por el nuevo diseño del blog.
No acaba de darme pena este armario, es que me ha parecido un poquitín posesivo y grosero con las visitas.
Bueno, al fin, siempre le queda seguir de "voyeur".
Un relato bueno, inteligente y ameno. Un armario todo corazón, pero un corazón un tanto celosillo.
Enhorabuena.
Bueno si señor.
Que los armarios están además que para su cometido, para ayudar a sus dueños a "vestirse correctamente".
Un abrazo
Muchas gracias Mari Carmen, Xose Antón, Felisa, Teresa, Celia y Paco por visitar Noticias tuneadas. Está resultando bien divertido irse de blogs.
Mari Carmen, si las cosas tuviesen sentimiento, seguro que no los mostrarían a gente tan indolente como nosotros, los humanos, que les tratamos como simples objetos.
Xose Antón, al menos nos queda el aliciente de espiar desde el armario.
Felisa, pues no es mala idea tratar a las cosas como si tuvieran corazón, comenzando por nuestro blog.
Saludos a todos, y los espero en otra próxima ronda.
Concuerdo contigo Teresa, pero no podemos esperar que él logre superar sus traumas.
Celia, yo diría amor platónico, por definición.
Paco, veo que sobrestimas a los armarios.
Saludos a todos, y los espero en alguna otra próxima ronda.
Me ha gustado mucho el enfoque que le has dado a la historia, visto por un objeto con tantas posibilidades como es un espejo; el espejo "voyeur", el espejo "mirón", "cotilla", el espejo espía. A veces somos espejos que contemplamos la vida tal como discurre ante nosotros, como espectadores condenados a no poder ser protagonistas (eso es profundo, y muy emotivo, triste...). Muy interesante también las personificación de las puertas del armario, la "vomitona" final y, por supuesto, la relación armario-homosexualidad. Además de narrado con buen estilo, me ha parecido un relato con muchos recursos.
Un abrazo,
Ramón Alcaraz
Quedo muy agradecido, Ramón, por tus comentarios. Son todos muy amables en el desván. Un abrazo
Mi ropero tiene la extraña habilidad de hacer desaparecer prendas, pero por ahora no le he pillado espiando, será porque no tiene espejo
Nunca confíes en un armario, Chafardero, por muy indefenso que lo veas.
Tu armario y mi albornoz podrían conocerse jajaja. Mi protagonista también está enamorado de su ama.
Ahora tengo que salir, pero seguiré a la vuelta.
Es un lujo leerte Serio.
Ya les concertaremos una cita a nuestra discreción, Ardilla.
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