Cosas de la vida, el pasado fin de semana todos hablaban de la resurrección del relato en el suplemento Babelia de El País, y hoy me entero que un prestigioso certamen literario ha concedido el primer premio a uno de mis cuentos; que no puedo revelar, ya conocen las normas de esta bitácora sobre mi verdadera identidad. Agradezco a mi querido editor y representante que me avisara del concurso: el organizador es una amigo común del club de caza. No crean que resulta fácil ganar uno de estas contiendas. Mis cinco negros y yo estuvimos todo una mañana ideando el relato. La crítica también ha elogiado la obra. Un amiguete del club escribió en un (su) prestigioso diario esta mañana.
"La ingeniosa historia narra el viaje alucinante de un espermatozoide al óvulo. En un derroche de originalidad creativa, el periplo es contado desde cinco puntos de vista diferentes, que se corresponden con las posibles personalidades del espermatozoide cuando obtenga el cromosoma X del óvulo, si llegara a fecundarlo, ..."
Aunque agradezco las amables palabras del literato, debo hacer un pequeño señalamiento a su interpretación de la obra. En realidad se trata de una cucaracha que intenta alcanzar un tomate en descomposición. Según palabras de mi editor, pretendemos homenajear a Kafka y a su célebre Gregorio Samsa. También constituye un guiño a la comunidad literaria, porque estaríamos rindiendo tributo a Kafka, justo cuando se celebra el 200 aniversario de Poe. Digamos que es de una broma pesada, digna del propio autor checo (que es Kafka, aclara mi editor).
Claro, en la vida nunca encontramos la perfección. Junto a la comunicación del premio, llegó la factura de Telefónica con una llamada mileurista (:-)) a la Antártida. Mi mujer tiene un amigo de exploración por allá. Creo que un tal Scott o Alberto de Mónaco, no recuerdo ahora su nombre. Ella comenta en broma que en lugar de reportar en el recibo el tiempo que duró la llamada, escribieron la diferencia horaria.
Bueno, vale de cháchara por hoy. A modo de despedida les dejo mi frase del día.
"El amor es como las palabras agudas, hay que esperar hasta el final para que suba de tono"
(gracias negrín, tú eres mi prefe).