Justo el día que celebré mi 40 aniversario comencé a pensar en ello de forma obsesiva. Yo me preguntaba si era realmente imprescindible algo que no había necesitado la mitad de mi vida. Dudaba si lo deseaba con tal intensidad sólo porque el tema lo discutían en televisión como algo esencial, lo escuchaba en el bar de noche, y reaparecía a la mañana siguiente en el metro. Llegó el momento en que temía que notaran que jamás hacía un comentario al respecto. Comencé a pensar que todos sabían de mi ignorancia y no pude soportarlo. Al sábado siguiente ya estaba decidido. Sucedió hace dos años. Advierto que no fue una experiencia agradable.
La intuición me decía que la cama era el sitio ideal. Aunque ahora noto que quizá lo viera antes en alguna película. Creo que exageré un tanto con la iluminación porque soy una persona a la que le gusta ver las cosas claras, preferentemente a la luz del sol, pero como ya era bien entrada la noche, encendí todas las luces de la habitación. Me metí bajo la sábana y erguí mi cuerpo apoyando el codo sobre el colchón para tener un control total de la situación. Nunca me ha gustado permanecer boca arriba, ni para dormir. A pesar de ser algo pesado lo atraje hacia mí con la mano libre. Tanteé la ubicación aproximada de la mitad, lo abrí totalmente, busqué dónde debía comenzar y leí "Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo".
Al instante comprendí que algo andaba mal en aquel libro. Busqué en las páginas anteriores y sólo encontré comentarios de otras personas diciendo que "Cien años de soledad" y su autor, Gabriel García Marquez, era de lo mejor que uno pudiera leer. Eso me confirmó que me habían vendido un ejemplar que no comenzaba por el principio de la historia. Revisé si las páginas iniciales pudieron despegarse, y no lo parecía. Entonces me convencí que me la habían vuelto a hacer los de Carrefour, Carrefour, Carrefour (lo escribo varias veces para intentar triunfar en la blogosfera como lo han hecho los de Ikea, Ikea, Ikea... ). Había comprado otro producto defectuoso. Cierto es que lo barato sale caro, porque esta "obra de arte" tenía mejor precio que otras más delgadas.
El siguiente sábado fui decidido a recuperar mi dinero. Y lo conseguí, aunque parcialmente porque sólo logré que me dieran un cheque de compras ya que había usado el producto y el dependiente sin vergüenza me aseguraba una y otra vez que el libro estaba en perfecto estado. Debí recordarle dos o tres verdades sobre mis derechos de consumidor. Y luego, ya que tenía que gastar el vale, lo invertí en una linterna, que tampoco funcionó y terminé a la tercera semana comprando cerveza, que es un producto mucho más seguro. Lamenté mil veces la hora en que quise comenzar a leer.
Rastreé en Internet al tal Gabo, que así es como le llaman, para confirmar mis sospechas. Y efectivamente, ya cumplió los ochenta años de vida. ¿Creen que a esa edad se puede escribir un volumen tan grueso sin errar?. Lo más probable es que olvidara el inicio de la novela. En la primera búsqueda encontré que esta "buena perla" es amigo personal de los Reyes de España y de Fidel Castro. ¡Acabáramos!. Así puedes lograr que te publiquen cualquier cosa. Como siempre sucede, es cuestión de estar bien enchufado. Una buena campaña publicitaria y esta gente que jamás en su vida han despertado antes de las nueve, logran engañar a personas humildes, como yo.
En aquel momento pensé que no leería otra vez en el resto de mi vida. Por suerte no fue así. En estos dos años ya devoré el "Código Da Vinci" y el libro sobre la película de Hannibal, el caníbal. ¡Esas si son obras de arte!.
Es cierto que no me doy por vencido. En sólo veinte años me convertí de albañil en jefe de obra. Y aquí me tienen, escribiendo para la blogosfera. ¿Quién lo hubiera dicho?. El hijo de la Magdalena. Muchas cosas se hablaron de ella en el pueblo, más lo cierto es que éramos los más pobres entre los pobres.
Yo si que tengo madera de escritor, porque conozco la vida de cerca. No como esos vive-bien que dejan las novelas a medias. Y puedo hablar no sólo de España, porque cada día me levanto a las cuatro de la mañana para para decidir a quién contratar entre mil inmigrantes ansiosos de trabajo que han atravesado el mar desde cien países diferentes. Mi consejo, desde la experiencia, es que no se desanimen si no les gusta el primer libro que intentan leer. Vale la pena repetir la experiencia. Y sobre todo recuerden no comprar nada del tal García Marquez.
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