• Inicio
  • Feed
  • Contacto
  • Twitter
Post al azar
Cargando...
NOTICIAS TUNEADAS

El finalito del princi Pito (X)


26 enero 2008

Un día decidió conocer los pisos vecinos en busca de entretenimiento y sustento económico. El primer domicilio visitado estaba habitado por un rey. El rey, vestido de púrpura y armiño, estaba sentado sobre un tono muy sencillo y, sin embargo, majestuoso.
Ah!, he aquí un presidente del gobierno.
Y el princi Pito se preguntó: "¿Cómo puede saber de mis ambiciones políticas si jamás ha conversado conmigo?"
No sabía que, para los reyes, el mundo está muy simplificado. Sólo el presidente del gobierno y los sucesores al trono entran a su despacho.
-Acércate para poder distinguir a que partido perteneces -le dijo el rey, mientras pensaba: "Es que se parecen tanto los partidos hoy en día".
El princi Pito miró con desdén a los ojos del rey y, sin más preámbulos, le espetó:
-Me gustaría atacar Irak
-Atacar a otros países es contrario a las normas internacionales -le dijo el monarca-. Te lo prohibo.
-No lo puedo evitar -respondió risueño el princi Pito-. Es lo que desean los americanos.
-Entonces -le dijo el rey- te ordeno atacar. Hace mucho tiempo que no participamos en una guerra. Un conflicto bélico me hará sentir como el verdadero capitán del ejército. ¡Vamos!, ataca, es una orden.
-Es que..,quizás...el resto de la comunidad internacional no esté de acuerdo con nuestras acciones -dijo el princi Pito, esbozando una sonrisa de burla.
-¡Hum! ¡Hum! -respondió el rey-. Entonces, ...ordeno retirar nuestras tropas inmediatamente.
Refunfuñó un poco, y pareció irritado.
Porque el rey quería, sobre todas las cosas, que su autoridad fuera respetada. No toleraba la desobediencia. Pero como no quería perder su beca vitalicia, ni la de su familia, daba órdenes razonables.
"Si ordeno -decía frecuentemente-, si ordeno a Bono transformarse en ministro de defensa, y este no lo consigue, no será su culpa. Será culpa mía."
-Sire...¿Sobre qué reina usted?
-Sobre todo -le respondió el rey con campechana sonrisa.
-¿Sobre todo?
El rey con un discreto gesto sobrevoló con su mano el mapa de la nación, extendido sobre el escritorio, deteniéndola, de vez en vez y con aparente ingenuidad, en algunas regiones donde su señorío era más bien débil; incluso en algunos minúsculos puntos del mapa donde su gobierno era pura ilusión.
-¿Sobre todo eso? -preguntó el princi Pito.
-Sobre todo eso...-contestó el rey.
-¿Y los humoristas lo obedecen?
-Seguro -se jactó el rey-. Te lo digo con la misma seguridad que tengo en que hoy es Jueves y ayer fue miércoles. Obedecen al instante. No tolero la indisciplina.
Un poder tan maravilloso hizo renacer la hilaridad del princi Pito. Y se atrevió a solicitar algunas gracias al rey:
-Quisiera ver el fin de ETA y la eliminación del canon digital.
-Si ordeno a un obispo que case a una pareja homosexual y que difunda la ceremonia mediante la Cope, si ordeno a bancos y políticos que piensen en el bienestar de la mayoría, si ordeno que se calle al presidente de otra nación, y ninguno cumple la orden recibida, ¿de quién será la culpa, de ellos o mía?
-Será vuestra -respondió firmemente el princi Pito.
-Exacto. Es necesario exigir a cada una lo que cada uno pueda dar.
-¿Vale también para los impuestos? -interrumpió el princi Pito.
-La autoridad reposa, ante todo, sobre la razón -continuó el rey sin inmutarse-. Si ordenas a tu pueblo tirarse al mar, hará la revolución. Y si tú haces la revolución a la cubana, el pueblo se lanzará a la mar. Tengo derecho a exigir obediencia y a leer cada Navidad mi mensaje a la nación porque mis órdenes son razonables.
-¿Y el fin de ETA y el canon? -recordó el princi Pito, que jamás olvida una pregunta una vez que la había formulado.
-Lo tendrás. Lo exigiré. Pero esperaré, con mi ciencia de gobernante, a que las condiciones sean favorables.
-¿Cuándo será eso? -averiguó el princi Pito.
Hem! ¡hem! -le respondió el rey, que consultó antes las predicciones de Nostradamus- ¡hem! ¡hem!, será en...en..será cuando gobierne Izquierda Unida. Verás como soy bien obedecido.
El princi Pito bostezó al sólo escuchar mencionar el nombre de la formación política. Y como ya se aburría un poco:
-No tengo nada más que hacer aquí -dijo al rey- ¡Me piro!
-No te vayas -pidió el rey, que estaba orgulloso de encontrar a alguien que le prestara tanta atención- No te vayas, ¡te ofrezco la mano de mi hija!
-¿Cómo?
-Si, de mi hija mayor, que vuelve a estar soltera.
-Gracias, pero la diferencia de edad es mayor que la existente entre Sara Montiel y su cubano.
-Te puedo conseguir un título nobiliario -insistió el rey-. Si eres capaz de provocar suficientes escándalos tu único trabajo en el futuro sería visitar esporádicamente a los noticistas de la mal llamada prensa del corazón.
Durante unos instantes el princi Pito imaginó gozoso la hipotética situación sugerida por el rey. Sin embargo, su corta experiencia ya le bastaba para desconfiar de las promesas de alguien que necesita entretenerse. "Las personas mayores son bien extrañas", se dijo a sí mismo al partir.


Leer el capítulo siguiente
Leer el capítulo anterior


0 opiniones inteligentes:

Ir Arriba
Creative Commons LicenseOldbook by Oloman is licensed under a Creative Commons License.
Based on a work at Minima Black de Douglas Bowman para Blogger.