Conversaban dos respetables señoras sobre los domésticos temas, que han retomado cada día de los últimos veinte años. Modesta interrumpió la cháchara de su amiga, para comentar:
-Mira Emiliana, aquel que cruza la calle es mi nuevo vecino. Dicen que es friqui.
-¡Santo Dios, un friqui! Esos son de los peores.
-Así mismo es. En algo malo debe andar. En el piso ni se le escucha moverse.
-Esos friquis, cuando menos, se dedican a los negocios de pedofilia, que luego retransmiten en la 3.
-Si. Te envían unas cartas directo al ordenador, que por sólo abrirlas pierdes todo el dinero que guardas en el banco, ¡con tanto sudor!.
-¿Te apañas tú con el ordenador?
-¿Yo?, si no entiendo ni el móvil que me regaló mi hijo.
-Es que hoy día todo cambia tan deprisa...
-Si, la juventud anda como poseída por esos inventos.
-Mira Emiliana, aquel que cruza la calle es mi nuevo vecino. Dicen que es friqui.
-¡Santo Dios, un friqui! Esos son de los peores.
-Así mismo es. En algo malo debe andar. En el piso ni se le escucha moverse.
-Esos friquis, cuando menos, se dedican a los negocios de pedofilia, que luego retransmiten en la 3.
-Si. Te envían unas cartas directo al ordenador, que por sólo abrirlas pierdes todo el dinero que guardas en el banco, ¡con tanto sudor!.
-¿Te apañas tú con el ordenador?
-¿Yo?, si no entiendo ni el móvil que me regaló mi hijo.
-Es que hoy día todo cambia tan deprisa...
-Si, la juventud anda como poseída por esos inventos.
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